Salmo 51 de la Biblia

El Salmo 51 es obra de David, el elegido por Dios para ser el segundo rey de Israel y autor de un total de 73 Salmos bíblicos.

En este Salmo 51, nos encontramos con un David arrepentido de sus pecados ante Dios todopoderoso. Un David que expresa el profundo pesar que siente al ser confrontado con su pecado.

Este pecado no es otro sino la traición a Urías, a quién dejó a merced de la muerte para poder casarse con su esposa Betsabé. Posteriormente Dios enviaría al profeta Natán, que le haría entender la magnitud de su error y le mostraría el camino del arrepentimiento.

Estamos por tanto ante un Salmo de penitencia y arrepentimiento. Ante la oración de un pecador arrepentido.

Salmo 51 completo y en español

Salmo de arrepentimiento

1Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.

Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.

Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.

He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.

He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.

Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.

Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.

10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.

11 No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.

12 Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.

13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti.

14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
Cantará mi lengua tu justicia.

15 Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.

16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.

17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

18 Haz bien con tu benevolencia a Sion;
Edifica los muros de Jerusalén.

19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
El holocausto u ofrenda del todo quemada;
Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.

Salmo 51 Reina Valera en audio

SALMO 51 | Dios mio perdoname !

Explicación del Salmo 51 versículo a versículo

Versículos 1-2: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado”.

Tras su grave pecado de adulterio y asesinato, David se quiebra ante el Señor, apelando a su infinita misericordia y suplicando su perdón.

 

Versículos 3-4: “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio”.

David se muestra consciente de sus pecados o rebeliones, sabedor de que estos pecados no han escapado a los ojos de Dios, que todo lo ve.

 

Versículos 5-6: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría”.

En estos versículos, David expresa la profundidad de su necesidad y la naturaleza pecaminosa de su ser. Su intención es la de arrodillarse metafóricamente ante el señor y entregarse a su sabiduría.

Purifícame con hisopo

Versículos 7-9: “Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades”.

El hisopo era utilizado en aquel entonces por los sacerdotes para rociar agua purificada. En estos versículos David pide a Dios que lo limpie de sus pecados.

David sabía que su pecado era una profunda mancha, pero también que la obra purificadora de Dios podría devolverlo al estado inicial, como si jamás hubiera pecado. El Señor podría restaurar su inocencia.

 

Versículos 10-11: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu”.

David sintió que no era suficiente que Dios simplemente le limpiara el corazón que tenía, sino que necesitaba que el Señor “creara” un nuevo corazón. Al mismo tiempo pedía por la renovación de un espíritu recto, que lo mantuviera apartado del pecado.

 

Versículos 12-13: “Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti”.

Durante su etapa como pecador no confeso, David se sintió miserable y derrotado espiritualmente. Con estas palabras muestra su voluntad de querer regresar al gozo de la Salvación de Dios, comprometiéndose a mostrar los caminos del Señor a los rebeldes y los pecadores.

Contrito y humillado

Versículos 14-17: “Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”.

Estamos ante una alusión clara del pecado de asesinato de David contra Urías. El salmista suplica por la ayuda y la liberación que solo el Señor puede darle.

Asimismo, David expone a Dios en este canto que estaría dispuesto al sacrificio si Él lo quisiese, pero reconociendo al mismo tiempo que el mayor de los sacrificios acontecen a un nivel que trasciende lo físico.

 

Versículos 18-19: “Haz bien con tu benevolencia a Sion; edifica los muros de Jerusalén. Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar”.

Finalmente, el autor se hace consciente de que con su pecado no solo falló como hombre, sino también como Rey de Israel, pueblo de Dios.

En estos últimos dos versículos, David pide al Señor que restaure su favor sobre el Reino, ofreciéndole sacrificios animales una vez resueltos los problemas del corazón y el alma.

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