Juan 11 es un capítulo profundamente emotivo y esclarecedor dentro del Nuevo Testamento, que narra la resurrección de Lázaro, uno de los milagros más impactantes realizados por Jesucristo. Este pasaje no solo muestra el poder divino de Jesús, sino que también profundiza en su humanidad, mostrando su capacidad para sentir compasión y empatía hacia sus amigos y seguidores. A través de este relato, se revelan enseñanzas esenciales sobre la vida, la muerte y la promesa de la resurrección, temas que invitan a una reflexión profunda sobre nuestra propia fe y esperanza en la vida eterna. Este análisis de Juan 11 te guiará a través de cada versículo, explorando su significado y las lecciones que podemos extraer para nuestra vida diaria. Prepárate para descubrir cómo este capítulo puede fortalecer tu fe y renovar tu espíritu.
Juan 11 al completo
Juan 11
Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.
(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con perfume, y limpió sus pies con sus cabellos.)
Las hermanas enviaron a decir a Jesús: Señor, he aquí, el que amas está enfermo.
Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
Y amaba Jesús a Marta, a su hermana, y a Lázaro.
Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez.
Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y vuelves allá?
Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;
pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.
Dicho esto, les dijo después: Lázaro nuestro amigo duerme; mas voy a despertarle del sueño.
Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.
Pero Jesús hablaba de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposo del sueño.
Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;
y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.
Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.
Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios;
y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.
Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.
Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Ella le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
Y habiendo dicho esto, fue y llamó en secreto a María su hermana, diciendo: El Maestro está aquí y te llama.
Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él.
Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.
Entonces los judíos que estaban con ella en la casa, y la consolaban, viendo que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro para llorar allí.
María, cuando llegó donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.
Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que venían con ella también llorando, se conmovió en espíritu y se turbó,
y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.
Jesús lloró.
Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.
Y algunos de ellos dijeron: Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho también que este no muriera?
Jesús, conmovido otra vez en sí mismo, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.
Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del muerto, le dijo: Señor, ya hiede, porque es de cuatro días.
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído.
Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
Y el que había estado muerto salió, atado de pies y manos con vendas, y su rostro estaba envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Entonces muchos de los judíos que habían venido a María, y habían visto lo que Jesús había hecho, creyeron en él.
Pero algunos de ellos fueron a los fariseos, y les dijeron lo que Jesús había hecho.
Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y decían: ¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchos milagros.
Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y quitarán nuestro lugar y nuestra nación.
Y Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;
ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.
Esto no lo dijo por sí mismo; sino que como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
y no solamente por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
Así que, desde aquel día acordaron matarlo.
Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se fue de allí a una región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y se quedó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua de los judíos; y muchos subieron de la región a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse.
Buscaban, pues, a Jesús, y hablaban entre sí estando en el templo: ¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?
Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado mandamiento, que si alguno sabía dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.
Explicación de los versículos de Juan 11
Analizamos Juan 11 versículo por versículo, proporcionando una comprensión más profunda de este relato bíblico que destaca la resurrección de Lázaro y las enseñanzas de Jesús sobre la vida, la muerte y la esperanza.
"Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana."
Este versículo establece el contexto de la narrativa, introduciendo a Lázaro y su conexión con María y Marta, quienes tienen un papel crucial en la historia. La enfermedad de Lázaro sirve como catalizador para los eventos que siguen, destacando la humanidad y las relaciones personales en la vida de Jesús.
"(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con perfume, y limpió sus pies con sus cabellos.)"
Este paréntesis conecta a María más íntimamente con Jesús, recordando un acto previo de devoción profunda. Este detalle no solo refuerza la relación especial entre ellos, sino que también anticipa la intensidad emocional de los eventos que están por desplegarse.
"Las hermanas enviaron a decir a Jesús: Señor, he aquí, el que amas está enfermo."
La solicitud de ayuda de las hermanas a Jesús subraya la confianza y la fe que tienen en él. Este versículo también revela el amor personal de Jesús por Lázaro, lo que añade una dimensión emocional a su respuesta milagrosa.
"Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella."
Jesús interpreta la enfermedad de Lázaro no como un final trágico, sino como una oportunidad para demostrar la gloria de Dios y afirmar su identidad como el Hijo de Dios. Este versículo clave establece el propósito divino detrás de los eventos que siguen.
"Y amaba Jesús a Marta, a su hermana, y a Lázaro."
Este simple pero poderoso versículo enfatiza el amor humano y personal de Jesús por esta familia, lo que hace que su intervención milagrosa sea aún más significativa y emotiva.
"Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba."
La decisión de Jesús de permanecer dos días más antes de visitar a Lázaro puede parecer sorprendente, pero subraya la confianza de Jesús en el tiempo y el plan de Dios, mostrando que su respuesta no está impulsada por el pánico sino por la providencia divina.
"Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez."
Este versículo marca una transición crítica en la narrativa, donde Jesús decide enfrentar los peligros potenciales en Judea para cumplir su misión. Su determinación refleja su compromiso con su propósito divino, a pesar de los riesgos.
Cada versículo en Juan 11 no solo avanza la narrativa de la resurrección de Lázaro, sino que también ofrece profundas lecciones sobre la fe, el amor y el poder divino. Este capítulo es fundamental para entender la enseñanza de Jesús sobre la vida eterna y su rol como el dador de vida, invitándonos a reflexionar sobre nuestra propia fe y esperanza en las promesas de Dios.
Significado y reflexión final sobre Juan 11
El capítulo Juan 11 nos ofrece una profunda reflexión sobre la vida, la muerte y la resurrección, temas universales que tocan la esencia de la experiencia humana. A través de la historia de Lázaro, Jesús no solo muestra su poder sobre la muerte, sino que también enseña sobre la importancia de la fe y la esperanza en momentos de desesperación.
La resurrección de Lázaro es un poderoso recordatorio de que, aunque enfrentemos pérdidas dolorosas y situaciones que parecen sin salida, hay una promesa de vida y renovación que trasciende nuestra comprensión terrenal. Jesús demuestra que la muerte no es el final, y que él tiene la autoridad para dar vida incluso en las circunstancias más desalentadoras.
Este milagro también nos invita a reflexionar sobre nuestra propia respuesta a las situaciones difíciles. ¿Mantenemos la fe y la esperanza, como Marta y María, que a pesar de su duelo se acercaron a Jesús y creyeron en su poder? Este relato nos alienta a confiar en Dios incluso cuando no entendemos completamente su plan o su timing.
En nuestra vida diaria, podemos aplicar esta enseñanza manteniendo la esperanza y la fe, especialmente en los momentos de prueba. Al igual que Jesús consoló y fortaleció a María y Marta, él está presente para ofrecernos consuelo y fortaleza en nuestros momentos de necesidad.
Esperamos que este análisis de Juan 11 te haya inspirado y proporcionado valiosas lecciones para tu vida. Te invitamos a seguir explorando las riquezas de la fe y la espiritualidad en otros artículos disponibles en Tu Biblia Online, donde cada texto está diseñado para enriquecer tu camino espiritual y fortalecer tu relación con Dios.