La palabra apóstol proviene del griego Απόστολος, y significa “enviado”. Los apóstoles fueron los elegidos por Jesucristo nuestro Señor para la difusión de su palabra; para predicar de Su obra redentora, Su vida, Su muerte y Su resurrección.
Estos propagadores del Evangelio (“buena noticia” en griego) y discípulos de Cristo comparten las características de haber conocido a Jesús personalmente y de haber sido testigos de Jesucristo resucitado.
Además, cada uno de ellos tuvo el don de hacer milagros, lo cual indicaba su procedencia divina.
En total fueron 12 los elegidos por Jesucristo para la predicación del Evangelio, tal y como nos muestran los siguientes versículos de la Biblia correspondientes a Marcos 3:13-19.
“Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él.
Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar,
y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios:
a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro;
a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno;
a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista,
y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa”.
Veamos uno por uno a estos ministros de Dios:
Los nombres y biografías de los 12 Apóstoles de Jesús
Apóstol Simón Pedro
(Betsaida, finales del siglo I a. C.-Roma, c. 67 d. C.)
Hijo de Jonás o Juan y renombrado por Jesús como Pedro, fue uno de los discípulos más destacados de Jesús de Nazaret y considerado como el primer papa.
Simón Pedro era un pescador del mar de Galilea, que abandonó su casa en Cafarnaúm para unirse a los discípulos de Jesús en los momentos iniciales de su ministerio. A Simón se sumaron otros pescadores de la zona como su hermano Andrés y los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan. Estos 4 hombres conformaron el núcleo original de los 12 apóstoles.
Diversos pasajes de la Biblia muestran a San Pedro como una persona impetuosa, sincera y con una personalidad arrolladora. Su mayor debilidad fue la de negar hasta 3 veces conocer a Jesucristo la noche que Él fue arrestado, cumpliendo así con la profecía del Nazareno.
La última etapa de su vida la pasaría en Roma, dónde habría ejercido un largo apostolado que podría justificar la futura sede papal. Finalmente sería detenido por Nerón durante su persecución contra los cristianos, siendo ejecutado por crucifixión.
Apóstol Santiago el Mayor
(Betsaida, 5 a.C.-Jerusalén, 44 d.C.)
Hijo de Zebedeo y Salomé y hermano de Juan, este apóstol fue conocido como Santiago el Mayor para diferenciarlo de Santiago el Menor, otro de los 12 apóstoles. En la Biblia se alude habitualmente a él como Jacobo.
Junto con Juan y Simón Pedro fue testigo de momentos clave en el ministerio de Cristo. Asistió a la resurrección de la hija de Jairo, a la transfiguración de Jesús y estuvo en el Huerto de los Olivos durante la oración previa a la pasión y muerte de Jesucristo. Además, formó parte del grupo testigo del último milagro: Su aparición ya resucitado en las orillas del Lago de Tiberíades.
Tras la muerte de Jesucristo, Santiago el Mayor fue destinado a evangelizar el territorio noroeste de Hispania, conocido como Gallaecia. Después regresó a Jerusalén para acompañar a la Virgen María en su lecho de muerte, junto con los otros grandes discípulos de Jesús. Allí fue torturado y decapitado por Herodes Agripa I. Su cuerpo sería llevado de nuevo a Gallaecia, dónde sería enterrado en el lugar en el que hoy se alza la Catedral de Santiago.
Apóstol San Andrés
(Betsaida, comienzos del siglo I-Patras, finales del siglo I)
Andrés tuvo el honor de haber sido el primer discípulo de Cristo, junto con Juan. La llamada de Jesucristo cambió su vida para siempre. Fue Andrés el que llevo a Simón Pedro al encuentro de Jesús, indicándole que habían encontrado al Salvador del mundo.
San Andrés también llevó a Jesús el chico que tenía los cinco panes, para que el Nazareno obrara el milagro de la multiplicación de los panes. Este apóstol vivió tres años junto a Jesucristo, presenciando la mayoría de sus milagros y escuchando la mayoría de sus sermones.
En el día de Pentecostés, San Andrés recibió junto con la Virgen María y los demás Apóstoles al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. A partir de ese momento se dedicó a predicar el Evangelio con valentía, obrando diversos milagros.
San Andrés fue martirizado y crucificado en la ciudad de Patras, bajo el imperio de Nerón.
Apóstol Juan
(Betsaida, 6 d.C.-Éfeso, 101 d.C.)
Hermano de Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo y Salomé, y el menor de todos los apóstoles. También conocido como Juan, el discípulo amado ya que en el Evangelio aparece seis veces “El discípulo a quien Jesús amaba”.
Al igual que hermano Santiago el Mayor, Juan presenció muchos de los milagros y enseñanzas del Señor. De este modo, junto a Santiago el Mayor y Simón Pedro, formó un círculo íntimo de discípulos que estuvieron presentes en momentos clave del ministerio terrenal de Jesús: la resurrección de la hija de Jairo, la Transfiguración de Jesús, la profecía final de Jesucristo en el Monte de los Olivos, el comienzo de la gran obra expiatoria de Jesús en el jardín de Getsemaní, etc.
Jesucristo atribuyó a Juan y Santiago el Mayor el sobrenombre de Boanerges o “hijos del trueno”, probablemente por su carácter irascible.
Apóstol San Felipe
(Betsaida, finales del siglo I a.C. o principios del siglo I d.C.-Hierápolis, 80 d.C.)
Felipe fue el quinto apóstol convocado, y uno de los presentes cuando Juan el Bautista señaló por primera vez a Jesús como el Cordero de Dios.
Un día después de que Cristo llamase a Pedro, se encontró con Felipe y lo llamó al apostolado diciéndole “sígueme”. Felipe obedeció u trajo poco después a Natanael o Bartolomé.
Aunque la Biblia no contiene muchos datos sobre este apóstol, sabemos que fue Felipe el que llevó los panes y los peces a Jesús para que Él obrase el milagro. Según algunos relatos evangélicos podemos saber también que Felipe era un hombre ingenuo, tímido y juicioso.
Los estudiosos sitúan su deceso en Hierápolis, en la actual Turquía, donde habría estado predicando y donde habría fallecido a una edad avanzada.
Apóstol San Bartolomé
(Caná, siglo I a.C.-Siria, siglo I d.C.)
El nombre de Bartolomé procede del arameo “hijo de Ptolomeo”. Bartolomé aparece siempre vinculado a Felipe y es conocido también como Natanael.
Según el Evangelio de Juan, Natanael, más conocido como “el rebelde”, fue uno de los discípulos a los que Jesús se apareció en el Mar de Tiberiades después de su resurrección.
El apóstol Bartolomé fue testigo de la ascensión de Jesús.
Aunque no es posible precisar con seguridad el campo de su apostolado, muchos creen que pudo ejercer su misión su misión en la India, Arabia, Etiopía, Egipto y Armenia; según otros, lo hizo en la ciudad de Frigia y en la corte de Polimio, rey del Bósforo, Ponto y Cilicia.
En cuanto a su martirio y según la tradición generalmente más seguida por la iconografía, fue desollado vivo. El posible escenario de su muerte se coloca en Albanópolis o Urbanópolis, ciudad de Armenia. Posteriormente su cuerpo fue trasladado a Neferguerd (Miyafarkin), y hacia el 507, por el emperador Anastasio I, a Daras en Mesopotamia. Más tarde, en el 983, el emperador Otón III trasladó sus restos a Roma, donde fueron depositados en la iglesia de San Adalberto, en la isla del Tíber, que recibió desde entonces el nombre de San Bartolomé in Insula.
Apóstol San Tomás
(Galilea, siglo I d.C.-Mylapore, 72 d.C.)
Tomás o Judas Tomás Dídimo, fue uno de los doce apóstoles de Jesús. El nombre Tomás significa “gemelo” en arameo, y Dídimo tiene la misma acepción en griego.
Santo Tomás Apóstol, judío y pescador de oficio, tuvo la bendición de seguir a Cristo, quien lo hizo apóstol el año 31.
Santo Tomás es conocido por su incredulidad después de la muerte del Señor. Jesús se apareció a los discípulos el día de la resurrección para convencerlos de que había resucitado realmente. Tomás estaba ausente y se negó a creer en la resurrección de Jesús: “Si no veo en sus manos la huella de los clavos y pongo el dedo en los agujeros de los clavos y si no meto la mano en su costado, no creeré”.
Ocho días más tarde, cuando Jesús se encontraba con los discípulos, se dirigió a Tomás y le dijo: “Pon aquí tu dedo y mira mis manos: dame tu mano y ponla en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente.” Tomás cayó de rodillas y exclamó: “Señor mío y Dios mío!” Jesús replicó: “Has creído, Tomás, porque me has visto. Bienaventurados quienes han creído sin haber visto.”
Tomás no era muy culto, pero compensó esta carencia con un amor apasionado por Jesucristo. Según la tradición, le tocó a él evangelizar Siria y luego la ciudad de Edesa, desde donde se trasladó para fundar la primera comunidad cristiana de Babilonia, en Mesopotamia. Allí habría de permanecer siete años, antes de embarcarse para la India, viajando por todo el país hasta llegar a China, impulsado siempre y sólo por amor al Evangelio.
De vuelta en la India, tuvo una muerte de mártir, atravesado por una lanza en la actual Chennai, el 3 de julio del año 72.
Apóstol San Mateo
(Palestina, siglo I d.C.-Etiopía, 74 d.C.)
Mateo el Evangelista, también conocido como Mateo Leví, Leví de Alfeo o Mateo el Apóstol, fue uno de los doce apóstoles elegidos por Jesús de Nazaret.
El nombre español Mateo proviene del hebreo MattanYah, que significa “don de Dios”.
A Mateo se le atribuye la autoría del primero de los Evangelios llamados sinópticos (los de San Mateo, San Marcos y San Lucas).
Mateo residía en Cafarnaúm, ciudad de una gran importancia comercial, y ejercía como recaudador de impuestos para Herodes Antipas. Fue en su despacho de recaudación donde Jesucristo le dijo “sígueme”.
Aunque el Nuevo Testamento no da muchos detalles sobre la persona de Mateo, la tradición lo señala como evangelizador de Judea y misionero en Etiopía y Persia. Vivió largos años en Antioquía, donde escribió su valiosísimo Evangelio.
En cuanto a su deceso, exinten disparidad de criterios. Mientras algunas fuentes mencionan que murió martirizado, otras afirman que falleció de muerte natural.
Apóstol Santiago el Menor
(desconocido, siglo I d.C.-Jerusalén, 62 d.C.)
Santiago el Menor o Santiago, hijo de Alfeo, recibió este nombre para distinguirlo de otro apóstol, Santiago el Mayor. Santiago el Menor era hijo de Cleofás o Alfeo y de María de Cleofás, y hermano de Judas Tadeo y de José. En latín eclesiástico se le denominaba Sanctus Iacobus, es decir, San Jacobo.
La tradición cristiana siempre lo ha identificado como “el hermano del Señor“, aunque según el historiador Flavio Josefo el término “hermano” cubría en ese lugar y en esa época un amplio número de parientes cercanos, y no necesariamente implicaba el ser “hermano de sangre”, es decir, hijo de los mismos padres.
Aquel mismo historiador, Flavio Josefo, nos ilustra la muerte del hermano de Jesús en manos del Sumo Sacerdote Anás ben Anás o Ananus (Ananías) en el año 62.
La tradición sostiene Santiago el Menor fue crucificado en Ostrakine, en el Bajo Egipto, donde se hallaba predicando el Evangelio.
Apóstol Simón el Cananeo
(Caná, 50 a.C..-Pella, 70 d.C.)
Simón el Cananeo o el Zelote fue un nativo de Galilea y uno de los discípulos de Jesucristo que llego a formar parte del grupo de los Doce. Los vocablos Cananeo y Zelote, derivan del arameo y ambos significan lo mismo: “celoso”
Los zelotes, como lo habría sido Simón, eran los miembros una facción religiosa y política considerada como el ala más radical e integrista del judaísmo del siglo I.
Nadie sabe a ciencia cierta donde el Cananeo habría ejercido su ministerio. Algunas tradiciones dicen que estableció el cristianismo en Egipto, junto con Marcos y en Siria acompañado de Felipe. Otras que pudo haber evangelizado el norte de África, Asia Menor y España. También se dice que pudo haber ido con Judas Tadeo a Mesopotamia, Siria y Persia.
En cuanto a su muerte, según el cronista cristiano Hegesipo, Simón fue martirizado en la época del emperador Trajano, cuando contaba aproximadamente 120 años de edad. Las versiones sobre su ejecución difieren. Algunas tradiciones señalan la cruz y otras menos fiables el fagot en Armenia. Según la tradición católica, Simón fue martirizado siendo partido a la mitad con una sierra vivo.
Se desconoce el lugar donde fue enterrado.
Apóstol San Judas Tadeo
(Caná, 1 d.C.-Suamir o Edesa, entre 60 y 70 d.C.)
Judas Tadeo aparece último en la lista de los doce Apóstoles de Jesucristo, pero no se sabe ni cuándo ni cómo entró a formar parte de los discípulos.
“Judas” es una palabra hebrea que significa: “alabanzas sean dadas a Dios”, y Tadeo quiere decir: “valiente para proclamar su fe”
El Apóstol Judas Tadeo era probablemente el hermano de Santiago el Menor.
Después de la Última Cena, cuando Cristo prometió que se manifestaría a quienes le escuchasen, Judas Tadeo le preguntó por qué no se manifestaba a todos. Cristo le respondió que Él y su Padre visitarían a todos los que le amasen: “Vendremos a él y haremos en él nuestra morada” (Juan, 14, 22-23).
A pesar de que no sabemos nada de la vida de San Judas Tadeo después de la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo, lo cierto es que San Judas Tadeo es uno de los santos más populares a causa de los numerosos favores celestiales que consigue a los devotos que le rezan con fe, especialmente en cuanto a conseguir empleo o casa.
Según la tradición occidental, Judas Tadeo se reunió en Mesopotamia con San Simón y ambos predicaron varios años en Persia, donde fueron martirizados.
Apóstol San Judas Iscariote
(Keriot, ¿?-Jerusalén 27-33 d.C.)
Judas Iscariote fue uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret. Siguió a su maestro durante su predicación por Judea y Galilea y, según los Evangelios canónicos, fue el apóstol traidor que reveló a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturar a su Maestro sin que sus seguidores interfiriesen, tal como había anunciado el propio Jesús durante la Última Cena
Según todos los evangelios canónicos, Judas guió a los guardias que arrestaron a Jesús hasta el lugar donde lo encontraron y besando su mejilla les indicó quién era. Por su traición fue recompensado con treinta monedas de plata, pero al poco tiempo se arrepintió de sus actos. Iscariote intentó devolver las monedas a los sacerdotes que se las habían dado, y al no aceptárselas de vuelta, las arrojó en el templo. Después, desesperado ante la magnitud de su delación, se suicidó ahorcándose en un árbol.